Quien haya frecuentado las salas de Euskadi en los dos últimos años ya ha sabido que caben pocas bromas con Vulk. Este jovencísimo cuarteto bilbaíno, formado por Andoni de La Cruz, Alberto Eguiluz, Julen Alberdi y Chavi Marco, desprende ese carisma que solo se revela muy de vez en cuando. En su caso: en un escenario, su lugar natural donde son capaces de desatar tormentas concentradas en pocos metros cuadrados, cargando cualquier garito de electricidad estática hasta niveles ingobernables.
Vulk son un pánzer que dispara cuchillas de guillotina, post-post-punk de rigurosa ética, orgullosos de sí mismos y de su condición. Pensad en Mission Of Burma, Zounds, Gang Of Four, Parquet Courts, Preoccupations (fka Viet Cong) o, más cerca en el espacio y el tiempo, en Juventud Juché o Betunizer. Rabia, estructuras poliédricas y angustia post-adolescente.
Cuando ves a VULK en directo son como un cuchillo, un cuchillo afilado.
Pero en Vulk hay mucho más que eso, hay firmeza para no ceder ni un paso atrás, soportada sobre unas letras crípticas que retuercen conceptos como la soledad, la incomunicación y el paso del tiempo. Esta estricta ética es la que está detrás de su enigmático artwork diseñado por el propio grupo (estudiantes de Bellas Artes).
“Beat Kameranden” es su primer lanzamiento largo, tras una demo autoeditada y ya agotada (No longer a great deal). El disco ha sido grabado en los estudios Montreal bajo la producción de Hans Kruger y del propio grupo, y masterizado en el estudio Kadifornia. Lo co-editan dos sellos nuevos, ELSA RECORDS, división discográfica de la sala Dabadaba de Donostia, y MEYO RECORDS, comandada por los responsables de la sala Shake de Bilbao. Cuando dos de las salas más activas del estado se alían para sacar el disco de un grupo joven solo puede querer decir algo: estamos ante uno de los talentos a seguir más consistentes de su generación